viernes, 2 de agosto de 2013

CAPITULO 2: ¿CUAL ES EL PROBLEMA? Louise Hay

«No hay peligro en mirar hacia adentro. El cuerpo no me funciona Me duele, me sangra, me molesta, supura, se me tuerce, se me hincha, cojea, me arde, envejece, ve mal, oye mal, es una ruina... Más cualquier otra queja que a usted se le ocurra. Creo que ya las he oído todas. Mis relaciones no funcionan Son sofocantes, exigentes, no están nunca, no me apoyan, siempre están criticándome, no me quieren, jamás me dejan tranquilo, están todo el tiempo metiéndose conmigo, no se preocupan por mí, me llevan por delante,jamás me escuchan, etcétera. Más cualquier otra queja que a usted se le ocurra. Sí, todas éstas las he oído también muchas veces. Mis finanzas no funcionan Mis entradas son insuficientes, irregulares, no me bastan. El dinero se me va más rápido de lo que entra, no me alcanza para pagar las cuentas, se me escurre entre los dedos, etcétera. Más cualquier otra queja que a usted se le ocurra. ¡Claro que las he oído todas! Mi vida no funciona Jamás consigo hacer lo que quiero. No puedo contentar a nadie. No sé lo que quiero. Nunca me queda tiempo para mí. Mis necesidades y deseos siempre quedan postergados. Si hago esto no es más que por complacerlos. No soy más que un felpudo. A nadie le importa lo que yo quiero. No tengo talento. No soy capaz de hacer nada bien. No hago más que postergar decisiones. A mí nada me sale bien. Etcétera. Más cualquier otra queja que a usted se le ocurra. He oído todas éstas, y muchas más.Cada vez que le pregunto a una clienta (o a un cliente) nueva qué es lo que le pasa, por lo general recibo una de esas respuestas... o quizá varias. Realmente, ellos creen que conocen el problema, pero yo sé que esas quejas no son más que el efecto externo de formas de pensar, que son internas. Por debajo de las pautas internas del pensamiento se oculta otra pauta, más profunda y más fundamental, que es la base de todos los efectos externos. ¿Qué está sucediendo en su vida? ¿Cómo anda de salud? ¿Cómo se gana la vida? ¿Le gusta su trabajo? ¿Cómo van sus finanzas? ¿Cómo es su vida amorosa? ¿Cómo terminó su última relación? Y la anterior a ésa, ¿cómo terminó? Hábleme brevemente de su niñez. Observo la postura corporal y los movimientos faciales, pero sobre todo, escucho realmente lo que dicen y cómo lo dicen. Las ideas y las palabras crean nuestras experiencias futuras. Mientras las escucho, puedo entender fácilmente por qué esas personas tienen precisamente esos problemas. Las palabras que pronunciamos son indicadores de lo que interiormente pensamos. A veces, las palabras que usan mis clientes no cuadran con las experiencias que describen. Entonces sé que no están en contacto con lo que realmente sucede, o que me están mintiendo; una de dos. Y cualquiera de las alternativas es un punto de partida, y nos proporciona una base desde la cual comenzar. Ejercicio: Debería En segundo lugar, les doy un bloc y un bolígrafo y les digo que escriban en lo alto de la página: DEBERIA Se trata de hacer una lista de cinco o seis maneras de terminar esa oración. Hay personas a quienes se les hace difícil empezar, y otras que tienen tantas cosas para escribir que se les hace difícil detenerse.Después les pido que vayan leyendo las frases de la lista una a una, comenzando cada oración con un «Debería...», y a medida que las van leyendo, les pregunto: «¿Por qué?».Las respuestas que obtengo son interesantes y reveladoras como las siguientes: Porque me lo dijo mi madre. Porque me daría miedo no hacerlo. Porque tengo que ser perfecto. Bueno, es lo que tiene que hacer todo el mundo. Porque soy demasiado perezoso, demasiado alto, demasiado bajo, demasiado gordo, demasiado tonto (o delgado,feo, inútil...). Esas respuestas me enseñan cuál es el punto en que están atascados en sus creencias, y cuáles creen que son sus limitaciones.No hago comentarios sobre las respuestas. Cuando han terminado con la lista, les hablo de la palabra«debería». Creo que «debería» es una de las palabras más dañinas de nuestro lenguaje. Cada vez que la usamos estamos, de hecho, hablando de una «equivocación». Decimos que estamos equivocados, o que lo estuvimos o que lo estaremos. No creo que necesitemos más equivocaciones en nuestra vida. Lo que necesitamos es tener más libertad de elección. A mí me gustaría hacer desaparecer para siempre de nuestro vocabulario la palabra «debería», y reemplazarla por «podría». «Podría» nos permite una opción, y nunca nos equivocamos.Después pido a mis clientes que vuelvan a leer las frases de la lista una a una, pero que esta vez empiecen cada oración diciendo: «Si realmente quisiera, podría...». Eso arroja sobre el tema una luz completamente nueva. Mientras van respondiendo, pregunto con dulzura a mis clientes por que no lo han hecho. También aquí podemos oír respuestas reveladoras: Porque no quiero. Tengo miedo. No sé cómo.Porque no sirvo para nada.Etcétera. Con frecuencia me encuentro con personas que se reprochan desde hace años algo que, para empezar,jamás quisieron hacer. O que se critican por no hacer algo que en realidad no fue idea de ellas, sino de otra persona que alguna vez, les dijo que «deberían...». Cuando se dan cuenta de eso, ya pueden ir borrando aquello de su «lista de deberías», ¡y con qué alivio!.Fíjense en toda la gente que durante años intenta estudiar una carrera que ni siquiera les gusta, sólo porque los padres les dijeron que deberían ser dentistas o maestros. Piensen cuántas veces nos hemos sentido inferiores porque cuando éramos niños nos dijeron que deberíamos ser más despiertos o más ricos, o más creativos, como el tío tal o la prima cual. ¿Qué tiene usted en su «lista de deberías» que ya podría ir borrando con sensación de alivio?Después de pasar revista a esta breve enumeración, los clientes empiezan a considerar su vida desde un ángulo nuevo y diferente. Se dan cuenta de que mucho de lo que pensaban que deberían hacer son cosas que ellos, en realidad, jamás habían querido hacer, y que al intentarlo sólo procuraban complacer a alguien. En muchos casos, se dan cuenta de que si no hacen lo que quieren es porque tienen miedo de no ser lo bastante capaces. Ahora el problema ha empezado a cambiar. Me conseguido que inicien el proceso de dejar de sentir que«están equivocados» porque no están ajustándose a ninguna norma externa.Después empiezo a explicarles mi filosofía de la vida, tal como la presenté en el primer capítulo. Yo creo que la vida es realmente muy simple. Lo que recibimos del exterior es lo que antes enviamos. El Universo apoya totalmente cada idea que decidimos pensar y creer. Cuando somos pequeños, de las reacciones de los adultos que nos rodean aprendemos nuestras creencias y nuestros sentimientos hacia nosotros mismos y hacia la vida. Sean cuales fueren esas creencias, al crecer las reeditaremos como experiencias. Sin embargo,se trata solamente de formas de pensar, y el momento del poder es siempre el presente. Los cambios se pueden iniciar en este mismo momento.

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