domingo, 15 de septiembre de 2013
CAPITULO 9: EL TRABAJO COTIDIANO Louise Hay parte 1
«Disfruto al practicar mis nuevas habilidades mentales».
Si abandonaran la primera vez que se caen, los niños jamás aprenderían a caminar
Como con cualquier otra cosa nueva que usted aprende, necesita practicar para incorporar todo esto a su vida.Primero hace falta mucha concentración, y hay quien piensa que esto lo convierte en un «trabajo duro».
A mí no me gusta considerarlo así, sino más bien como algo nuevo que hay que aprender.El proceso de aprendizaje es siempre el mismo, no importa lo que se aprenda; tanto da que sea conducir un coche, escribir a máquina, jugar al tenis o pensar de manera positiva. Primero andamos a tientas y a tropezones mientras nuestro subconsciente aprende, ensayando y fallando, y sin embargo cada vez que volvemos a practicar se nos hace más fácil y nos sale un poco mejor. Claro que nadie lo hará «perfectamente»el primer día; hará lo que pueda, y eso, para empezar, ya está bien.No olvide decirse con frecuencia: «Estoy haciéndolo lo mejor que puedo».
Prodíguese todo el apoyo posible
Recuerdo muy bien mi primera conferencia. Cuando bajé del podio me dije inmediatamente: «Louise, estuviste
fantástica. Absolutamente estupenda para ser la primera vez. Cuando hayas dado cinco o seis conferencias más, serás una profesional»Un par de horas más tarde, me dije que habría algunas cosas que cambiar, y anoté mentalmente dos o tres,pero me negué rotundamente a criticarme.Si hubiera bajado del podio vapuleándome a mí misma con frases como: «Oh, qué mal estuviste. Te equivocaste en esto, te olvidaste de lo otro y dijiste mal lo de más allá», me habría sentido aterrorizada en mi segunda clase. Tal como fueron las cosas, la segunda salió mejor que la primera, y para la sexta ya me sentía realmente como una profesional.
Observe cómo funciona «La Ley» en nuestro entorno
Poco antes de empezar a escribir este libro me compré un ordenador con un programa de procesamiento de textos. Era algo nuevo que había decidido aprender. Descubrí que aprender a usar mi «Mago», como decidí llamarlo, era muy parecido a aprender las Leyes Espirituales. Cuando asimilé las leyes del ordenador y del programa, vi que ciertamente era «mágico» lo que podían hacer por mí. Pero si no seguía al pie de la letra sus leyes, o bien la cosa no funcionaba como yo quería, o simplemente no pasaba nada. El «Mago» no me hacía la menor concesión. Ya podía yo frustrarme a mi gusto; él esperaba pacientemente a que yo aprendiera sus leyes, y entonces me brindaba su magia. Y para eso necesité práctica. Lo mismo pasa con el trabajo que usted está encarando ahora. Debe aprender las Leyes Espirituales y seguirlas al pie de la letra. No podrá adaptarlas a su antigua manera de pensar. Debe aprender y hablar un lenguaje nuevo, y cuando lo consiga, entonces la«magia» se manifestará en su vida.
Refuerce su aprendizaje
Cuantas más maneras encuentre de reforzar el aprendizaje, mejor. Yo le sugiero que:
Exprese gratitud.
Escriba afirmaciones.
Practique meditación.
Disfrute al ejercitarse.
Mejore su nutrición.
Exprese afirmaciones en voz alta.
Cante sus afirmaciones.
Tómese tiempo para ejercicios de relajación.
Use visualizaciones e imágenes mentales.
Lea y estudie.
Mi trabajo cotidiano
Mi trabajo diario se desarrolla aproximadamente así:
Al despertarme, en lo primero que pienso antes de abrir los ojos es en dar las gracias por todo lo que se me ocurre.Después de ducharme, dedico una media hora a la meditación y a decir mis afirmaciones y plegarias.
A continuación, unos quince minutos de ejercicios, generalmente con el trampolín. A veces sigo algún programa matutino de gimnasia aeróbica por televisión.Y ya estoy lista para el desayuno: fruta o zumo de frutas e infusiones de hierbas. Doy las gracias a la Madre Tierra por brindarme estos productos, y agradezco a las frutas y a las hierbas que den su vida para que yo pueda alimentarme.Antes del almuerzo me gusta mirarme en un espejo y hacer algunas afirmaciones en voz alta, o incluso cantándolas. Algo así como:
Louise, eres maravillosa y te quiero.
Este es uno de los mejores días de tu vida.
Todo lo que sucede, sucede para tu bien.
Todo lo que te hace falta saber te es revelado.
Todo lo que necesitas te llega.
Todo está bien.
Mi almuerzo suele consistir en una abundante ensalada, y una vez más bendigo y agradezco la comida.
Al atardecer me paso algunos minutos en la tabla inclinada, dejando que mi cuerpo se relaje profundamente, ya veces escucho música durante ese rato.La cena consiste en verduras cocidas al vapor y cereales. A veces también como pescado o pollo. Mi cuerpo funciona mejor con alimentos simples. Me gusta compartir mi cena, y cuando somos varios intercambiamos bendiciones además de bendecir la comida.A veces, por la noche, dedico un rato a leer y estudiar. Siempre hay algo más que aprender, pero también suelo aprovechar esa hora para escribir diez o veinte veces la afirmación con la que estoy trabajando.Cuando me voy a la cama hago unos instantes de recogimiento. Repaso los acontecimientos del día y bendigo cada actividad. Afirmo que dormiré profundamente y que me despertaré fresca y renovada, jubilosa ante elnuevo día.Parece abrumador, ¿verdad?
Al comienzo, todo eso impresiona muchísimo, pero después de un corto tiempo la nueva manera de pensar se habrá convertido en parte de su vida y lo hará fácilmente, porque será algo tan automático como ducharse o cepillarse los dientes.Podría ser maravilloso para una familia que sus miembros se dediquen a hacer juntos algunas de estas cosas;por ejemplo meditar en grupo para empezar el día, o bien antes de cenar, es fuente de paz y armonía para todos. Si les parece que no tienen tiempo, podrían levantarse media hora antes: los beneficios bien valen el esfuerzo.
¿Cómo empieza usted su día?
¿Qué es lo primero que dice usted por la mañana, cuando se despierta? Todos tenemos algo que nos decimos prácticamente cada día. ¿Es positivo o negativo? Yo recuerdo la época en que me despertaba gimiendo: «Ay,mi Dios, otro día más». Y así eran exactamente los días que tenía: todo me iba mal, una cosa tras otra. Ahora,cuando me despierto, sin abrir siquiera los ojos, agradezco a la cama el sueño reparador que me ha brindado.Después de todo, nos hemos pasado toda la noche cómodamente juntas. Entonces, todavía con los ojos cerrados, me quedo unos diez minutos sin hacer otra cosa que agradecer todo lo bueno que hay en mi vida.Me programo un poco el día, afirmando que todo me irá bien y que lo disfrutaré muchísimo. Todo esto, antes de levantarme.
La meditación
Todos los días, concédase unos minutos para meditar en paz. Si no tiene la costumbre de hacerlo, empiece
con cinco minutos. Siéntese en silencio a observar su propia respiración y deje que los pensamientos pasen
tranquilamente por su mente. No les dé importancia y se irán. La naturaleza de la mente es pensar, de modo que no trate de liberarse de los pensamientos.
Hay muchas clases donde se enseña meditación, y abundan los libros en que puede estudiar maneras de meditar, pero no importa cómo o por dónde empiece: ya terminará por crearse su método. Yo, generalmente,me siento en silencio y pregunto: «¿Qué es lo que necesito saber?». Y dejo que la respuesta me llegue, si quiere, y si no, sé que me llegará en otro momento. No hay maneras correctas ni incorrectas de meditar.Otra forma de meditación consiste en sentarse a observar cómo va y viene en nuestro cuerpo la respiración. Al inhalar cuente uno, al exhalar cuente dos, al inhalar cuente tres, al exhalar cuente cuatro... Siga contando hasta llegar a diez, y vuelva a empezar por uno. Si descubre que su mente está haciendo la lista de la compra,vuelva a empezar por uno. Si se encuentra con que ha seguido contando hasta veinticinco, vuelva a empezar por uno.
Tuve una clienta sumamente brillante e inteligente. De mente excepcionalmente despierta y rápida, tenía un gran sentido del humor, y, sin embargo, no conseguía salir adelante. Tenía un gran exceso de peso, sus finanzas eran una ruina, estaba frustrada con su carrera y durante muchos años no había tenido un solo romance. Rápidamente aceptó todos los conceptos metafísicos, que le parecían llenos de sentido, pero era tan inteligente, tan rápida, que se le hacía difícil disminuir la velocidad lo suficiente como para practicar, durante un tiempo que le sirviera para algo, las ideas que tan instantáneamente captaba.La meditación diaria le ayudó enormemente. Empezamos con cinco minutos por día, y muy despacio fuimos llegando hasta los 15 o 20 minutos.
Ejercicio: Las afirmaciones diarias
Tome un par de afirmaciones y escríbalas de 10 a 20 veces por día.
Léalas en voz alta, con entusiasmo.Componga una canción con ellas, y cántela con alegría. Deje que su mente se concentre durante todo el día en estas afirmaciones. Las afirmaciones que se usan en forma constante se convierten en creencias, y siempre producirán resultados, a veces de manera que no podemos ni siquiera imaginar.Una de mis creencias es que siempre tengo buenas relaciones con mis arrendadores. La última persona queme alquiló una vivienda en Nueva York era un hombre que tenía fama de poner siempre muchas dificultades, y todos los inquilinos se quejaban de él. En los cinco años que viví allí no lo vi más que en tres ocasiones.Cuando decidí mudarme a California, decidí también venderlo todo y empezar de nuevo, sin ningún lastre del pasado. Entonces empecé a hacer afirmaciones como:«Todo lo que tengo se vende fácil y rápidamente.»«La mudanza es muy fácil de hacer.»«Todo funciona de acuerdo con el Orden Divino.»«Todo está bien.»No pensé en lo difícil que sería vender las cosas, ni en dónde dormiría las noches previas a la mudanza, ni enninguna otra cosa negativa. Me limité a insistir con mis afirmaciones. Pues bien, entre clientes y alumnos me compraron muy pronto todas las cosas pequeñas y la mayor parte de los libros. Informé por carta a mi arrendador de que no le renovaría el contrato, y para mi gran sorpresa, recibí una llamada telefónica de él para decirme que lamentaba mucho mi partida. Se ofreció a escribirme una carta de recomendación para el nuevo propietario, en California, y me preguntó si le podría vender mis muebles, porque había decidido volver a alquilar aquel apartamento amueblado.
Mi Conciencia Superior había sintetizado mis dos creencias, la de que siempre tengo buenas relaciones con mis arrendadores y la de que todo se vendería fácil y rápidamente, de una manera que a mí jamás se me habría ocurrido. Con gran pasmo de todos los demás inquilinos, hasta la última noche pude dormir en mi propia cama, en un apartamento cómodamente amueblado, ¡y me pagaron por hacerlo! Salí de casa con una maleta de ropa, el exprimidor, la licuadora, el secador de pelo y la máquina de escribir, amén de un sustancioso cheque, y sin prisa alguna me fui a tomar el tren para Los Ángeles.
No crea en las limitaciones
Al llegar a California necesitaba comprar un coche, y como antes no había comprado ninguno allí ni
hecho ninguna otra compra importante, no tenía crédito establecido. Los bancos no querían dármelo, ya que ser mujer y trabajar como profesional independiente no me servía de mucho. Como no quería gastarme todos mis ahorros en comprar un coche nuevo, la cuestión del crédito se convirtió para mí en una especie de trampa.Me negué a ceder a ningún pensamiento negativo referente a la situación. Alquilé un coche y me dije una y otra vez: «Tengo un hermoso coche nuevo, conseguido con toda facilidad».Al mismo tiempo, dije a toda la gente que conocía que quería comprarme un coche nuevo, y que hasta el momento no había podido conseguir un crédito. Unos tres meses después acerté a conocer a una mujer de negocios y ambas nos caímos bien mutuamente. Cuando le conté la historia del coche, me dijo: «Oh, ya me ocuparé yo de eso».Llamó a una amiga que trabajaba en un banco y que le debía favores, le dijo que yo era una «vieja amiga» y le dio unas referencias estupendas de mí. Tres días después salía yo de una agencia conduciendo mi hermoso coche nuevo.
El proceso, como tal, me había dejado impresionada. Creo que la razón de que hubiera necesitado tres meses para que el coche se manifestase fue que nunca me había comprometido a pagar cuotas mensuales, y la niña que hay en mí estaba asustada y necesitaba tiempo para atreverse a dar un paso semejante.
Me gusta
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario