jueves, 22 de agosto de 2013
CAPITULO 7: COMO CAMBIAR Louise Hay Parte 1
Me encantan las explicaciones prácticas. Todas las teorías del mundo son inútiles a menos que sepamos cómo aplicarlas para cambiar. Yo siempre he sido una persona muy pragmática, con una gran necesidad de saber cómo se hacen las cosas.Los principios con que vamos a trabajar ahora son:
Alimentar la disposición a renunciar.Controlar la mente.
Aprender hasta qué punto nos liberamos perdonando y perdonándonos.
Renunciar a la necesidad
Cuando intentamos renunciar a un modelo mental, parece como si toda la situación empeorase durante un tiempo. No es malo que así sea: es un signo de que la situación empieza a movilizarse.
Nuestras afirmaciones funcionan, y es necesario seguir adelante.
Ejemplos:
Estamos trabajando para aumentar nuestra prosperidad, y perdemos la billetera.
Estamos trabajando para mejorar nuestras relaciones y tenemos una pelea.
Estamos trabajando para mejorar la salud y atrapamos un resfriado.
Estamos trabajando en la expresión de nuestros talentos y capacidades de creación, y nos despiden.
A veces el problema toma una dirección diferente, y empezamos a ver y a entender más. Supongamos, por ejemplo, que usted esta tratando de dejar de fumar y diciéndose: «Estoy dispuesto a renunciar a la"necesidad" de cigarrillos». A medida que insiste en su propósito, advierte que se siente más incómodo en sus relaciones.No se desespere: esto es un signo de que el proceso funciona.Podría hacerse una serie de preguntas en este estilo:«¿Estoy dispuesto a renunciar a relaciones que me incomodan?Los cigarrillos, ¿no estarían actuando como una cortina de humo que me impedía ver lo incómodo que me encuentro en esas relaciones?. ¿Por qué me estoy creando esta clase de relaciones?».Así observa que los cigarrillos no son más que un síntoma, no una causa. Ahora usted empieza a tener una penetración y un entendimiento de la situación que podrán liberarlo, y empieza a decirse que está dispuesto a renunciar a la «necesidad» de relaciones incómodas.Entonces advierte que la razón de que se sienta tan incómodo es que le da la impresión de que los demás siempre lo critican.Como usted ya sabe que cada cual es el creador de sus propias experiencias, ahora empieza a decirse:
«Estoy dispuesto a renunciar a la necesidad de que me critiquen».
Piensa en las críticas y se da cuenta de que, de pequeño, recibió muchísimas, y de que el niño que lleva dentro sólo se siente «a gusto» cuando lo critican. Su manera de ocultárselo a usted mismo había sido echar una «cortina de humo».Quizá sienta que el paso siguiente es decirse: «Estoy dispuesto a perdonar a...».
A medida que siga haciendo sus afirmaciones, es probable que descubra que los cigarrillos ya no le interesan,y que la gente que conoce ya no lo critica. Entonces sabrá que ha renunciado a su necesidad, que se ha liberado de ella.
Este tipo de trabajo requiere generalmente cierto tiempo. Si persiste con paciencia y está dispuesto a concederse todos los días unos momentos de tranquilidad para reflexionar sobre su proceso de cambio, irá obteniendo las respuestas. La Inteligencia que hay dentro de usted es la misma que creó todo el planeta.Confíe en su Guía Interior, que le revelará todo lo que necesite saber.
Ejercicio:
Renunciar a la necesidad
Si estuviéramos en un seminario, haría que mis lectores practicaran este ejercicio en pareja. Sin embargo,
cada uno puede también hacerlo solo usando un espejo, si es posible grande.Piense un momento en algo que quiera cambiar en su vida. Vaya al espejo y, mirándose a los ojos, diga en vozalta:—Ahora me doy cuenta de que yo he creado esta situación, y estoy dispuesto a renunciar al modelo mental que, en mi conciencia, es responsable de esta situación.
Dígalo varias veces, con sentimiento.Si estuvieran trabajando en pareja, yo pediría a su compañero que le dijese si realmente le parecía que usted hablaba en serio. Lo que quisiera sería que usted convenciera a su compañero.Pregúntese si realmente lo está diciendo en serio. Convénzase a sí mismo, en el espejo, de que esta vez está dispuesto a liberarse de la servidumbre del pasado.Hay muchas personas que, una vez han llegado a este punto, se asustan porque no saben cómo poner en práctica esta renuncia. Tienen miedo de asumir un compromiso sin saber todas las respuestas. Esto no es más que otra resistencia a cambiar. Hay que ir más allá de ella.
Una de las cosas realmente grandes es que no tenemos que saber cómo. Lo único que necesitamos es estar dispuestos. La Inteligencia Universal -o su subconsciente- ya se ocupará de los «cómos». Para todo lo que usted piensa y para cada palabra que diga hay respuesta, y el momento del poder es el presente. Las cosas que está pensando y las palabras con que las está declarando en este momento están creando su futuro.
Su mente es un instrumento
Usted es mucho más que su mente. Tal vez ella crea que dirige el espectáculo, pero eso es sólo porque usted la ha entrenado para que piense así. También se puede deshacer ese entrenamiento con el fin de adquirir otro muy distinto.La mente es un instrumento que usted tiene para usarlo como le plazca. La forma en que lo usa actualmenteno es más que un hábito, y los hábitos -cualquier hábito- se pueden cambiar si nos lo proponemos, e incluso si simplemente sabemos que es posible hacerlo.
Acalle durante un momento el parloteo de la mente y piense de verdad en este concepto: La mente es un instrumento que usted puede usar de cualquier manera, como lo desee.Las ideas que usted «decide» pensar crean las experiencias que tiene. Si cree que es arduo y difícil cambiar un hábito o una idea, al decidir pensar así hará que eso sea verdad en su caso. Si decide pensar que cada vez es más fácil para usted hacer cambios, el haber elegido ese pensamiento hará que sea cierto.
El control de la mente
Dentro de usted hay un poder y una inteligencia increíbles, que responden constantemente a sus ideas y a sus palabras. A medida que aprenda a controlar la mente escogiendo conscientemente sus pensamientos, irá ganándose como aliado a ese poder.No crea que la mente es la que lo controla; es usted quien controla a su mente. Usted la usa. Usted puede dejar de tener esas viejas ideas.
Cuando su pensamiento habitual intente volver, insistiendo en que «es tan difícil cambiar», asuma usted elcontrol mental.
Hable con su mente; dígale: «Ahora opto por creer que cada vez se me va haciendo más fácil cambiar».Tal vez tenga que repetir vanas veces este diálogo con su mente para que ella reconozca que el control lo lleva usted, y que lo que usted dice es lo que vale.
Lo único que usted puede controlar es su pensamiento presente
Sus pensamientos de antes ya no están; no hay nada que usted puede hacer con ellos, como no sea vivir hasta agotar las experiencias que ellos causaron. Sus pensamientos futuros aún no se han formado, y usted no sabe cuáles serán. Su pensamiento actual, lo que está pensando en este mismo momento, está totalmente bajo su control.
Ejemplo
Si durante mucho tiempo ha permitido que su hijo pequeño se quedara hasta que él quisiera, y ahora usted toma la decisión de que el niño se acueste todas las noches temprano, ¿qué cree que pasará la primera noche? El niño se rebelará contra esa nueva regla; es probable que chille y patalee y haga todo lo posible porno irse a la cama. Si en este momento usted afloja, el niño ganará, e intentará siempre controlar la situación.Sin embargo, si usted mantiene tranquilamente su decisión e insiste con firmeza en que ése es el nuevo horario para acostarse, la rebeldía irá disminuyendo, y en dos o tres noches la nueva rutina habrá quedado establecida.Lo mismo sucede con su mente: si duda, al principio se rebelará. No querrá someterse a un nuevo entrenamiento. Pero el control lo lleva usted, y si se mantiene firme, en muy poco tiempo la nueva manera depensar habrá quedado establecida. Y usted se sentirá espléndidamente al darse cuenta de que no es una víctima importante de sus propios pensamientos, sino el señor de su propia mente.
Ejercicio:
Desprenderse
Mientras va leyendo esto, haga una inspiración profunda, y mientras exhala deje que toda la tensión desaparezca de su cuerpo. Deje que se relajen el cuero cabelludo, la frente y la cara. La cabeza no necesita estar tensa para que usted pueda seguir leyendo. Deje que se relajen la lengua, la garganta y los hombros. Se puede sostener un libro con las manos y los brazos relajados. Hágalo. Deje que se relajen la espalda, el abdomen y la pelvis. Respire en paz mientras relaja las piernas y los pies.
¿Se ha producido algún cambio importante en su cuerpo desde que empezó el párrafo anterior? Sienta hasta qué punto se reprime. Si lo está haciendo con el cuerpo, lo está haciendo con la mente. En esta posición cómoda y relajada, dígase:
«Estoy dispuesto a desprenderme. No me reprimo. Me aflojo. Aflojo toda tensión. Renuncio a todo miedo, a todo enojo. Me libero de toda culpa, de toda tristeza. Renuncio a todas las viejas limitaciones. Me desprendode todo esto y estoy en paz. Estoy en paz conmigo mismo. Estoy en paz con el proceso de la vida. Estoy a salvo y seguro».
Practique dos o tres veces este ejercicio. Sienta el aflojamiento que implica desprenderse. Repítalo cada vezque sienta que empiezan a acosarlo pensamientos negativos. Se necesita cierta práctica para que la rutina se haga parte de usted. Cuando uno empieza por ponerse en este estado pacífico y relajado, es más fácil que las afirmaciones «prendan», porque uno está abierto y receptivo ante ellas. No hay necesidad de pugna, de ninguna clase de esfuerzo.
Simplemente, relájese y piense en las cosas apropiadas. Sí, es así de fácil.
La descarga física
En ocasiones necesitamos una descarga física para aflojarnos. Las experiencias y las emociones pueden quedar aprisionadas en el cuerpo. Vociferar en el interior del coche, con todas las ventanillas cerradas, puede ser una excelente descarga si hemos estado sofocando nuestra expresión verbal. Aporrear la cama o patear cojines es una manera inofensiva de liberar la furia contenida, como lo es jugar al tenis o correr.Hace cierto tiempo, me pasé uno o dos días con un dolor en el hombro. Procuré no hacerle caso, pero no se me iba. Finalmente, me decidí a preguntarme qué era lo que pasaba, y qué era exactamente lo que sentía.«Es como una sensación de quemadura.
Quemadura... quemadura... eso significa enojo. ¿Por qué estás enojada?»Como no se me ocurría por qué estaba enojada, me dije: «Bueno, vamos a ver si podemos descubrirlo». Puse sobre la cama dos grandes cojines y empecé a aporrearlos con todas mis fuerzas.Después de una docena de golpes me di cuenta exactamente de por qué estaba enojada. Era clarísimo. Seguí golpeando los almohadones y gritando para descargar las emociones de mi cuerpo. Una vez que hube terminado me sentí mucho mejor, y al día siguiente el hombro estaba como nuevo.
(continuacion )
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